Messi decide el destino.
Leo Messi y su figura acabaron con el sueño bermellón y con los temblores de piernas de un Barça que se disputará la Copa con el Athletic. La sombra del argentino y su significado atenazaron a un Mallorca que tuvo el sueño en mente. Se adelantó, provocó un ataque de nervios en el Barcelona y su destino comenzó a truncarse desde los once metros. Pinto le ganó la partida a Martí y Guardiola ganó la eliminatoria desde el banquillo. Entró Messi y se abrió la tierra.
El Barça andaba con el tembleque y encontró una luz allá por el minuto 58 de partido, a algo más de media hora del desenlace de las semifinales. Un futbolista gigante en cuerpo de diminuto, argentino y elegido, pisó el verde y marcó el antes y el después. El Mallorca se olvidó de todo lo que había hecho bien, el Barça se agarró a las piernas del '10' y el propio Messi escribió el guión que tenía en su cabeza. El Mallorca relegó su futuro copero a la misión de resistir ante Leo y salió herido.
El Barça se marchó a vestuarios pensando en lo peor, obstaculizado por los malos recuerdos. Los azulgrana sobrevivieron en el segundo asalto y, el resto y lo que vino después, corrió a cargo de Messi. El línea anuló un tanto a Webó justamente, el Barcelona se perpetró en su área y vio su pesadilla más cerca. Cáceres zancadilleó a Castro dentro del área y colocó al Mallorca al borde de igualar la batalla. El Barça se quedó con uno menos y suspiró. Miró al cielo y un pie de santo evitó el tanto de Martí. Esa bota era de Pinto, que apareció justo antes de la irrupción de Messi.
Y el Mallorca se centró en parar al argentino por lo civil y lo criminal, cerrando sus opciones. Messi le puso la firma a su presencia con el 1-1 al borde del final. Aprovechó un grave error defensivo para pisar área y superar a Lux con una vaselina deliciosa que salió de su zurda celestial. Leo quería jugar su primera final de Copa.
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