Demasiado premio logró el Panathinaikos ayer en El Madrigal. El conjunto griego, con un juego tacaño y áspero, rascó un empate frente a un Villarreal que, aunque tuvo fases de adormecimiento, siempre quiso ganar el partido. El submarino amarillo estuvo lanzando torpedos hasta los minutos finales, pero se quedó con las tablas.
El equipo heleno intentó llevar el partido desde el inicio hacia un ritmo lento, duro y físico para romper el juego del Villarreal. En eso tiene mucho que ver la figura de Marcos Senna. Si el hispano-brasileño funciona el submarino amarillo va suave, si no los de Pellegrini se encomiendan al genio e ingenio de Giuseppe Rossi.
El italiano yerró una ocasión magnífica en el 28 tras un pase mágico del «Caño» Ibagaza. Galinovic la sacó con el pie.
Sin embargo, la jugada polémica llegó en el 30 y fue favorable a los griegos. Karagounis sacó duro una falta y Diego López la frenó para el línea en la raya, pero a vista de televisión el meta la bloca dentro. Era gol.
Sin embargo, la jugada polémica llegó en el 30 y fue favorable a los griegos. Karagounis sacó duro una falta y Diego López la frenó para el línea en la raya, pero a vista de televisión el meta la bloca dentro. Era gol.
Bien colocados defensivamente y suturando cualquier intento de ataque del Villarreal esperó con paciencia su oportunidad. La primera que tuvo fue gol.
El incombustible Giorgios Karagounis recibió en el semicírculo del área amarilla y lanzó un misil a la escuadra izquierda de Diego López. El meta la llegó a tocar, pero acompañando el cuero hacia la malla.
El incombustible Giorgios Karagounis recibió en el semicírculo del área amarilla y lanzó un misil a la escuadra izquierda de Diego López. El meta la llegó a tocar, pero acompañando el cuero hacia la malla.
Cuando peor estaba el Villarreal, Pirés se inventó un penalti, que convirtió Rossi y volvió a despertar a los españoles. Pellegrini había dado entrada a Pirés y Nihat y el duelo se le puso de cara al submarino, que se pasó el tiempo fabricando juego y atosigando a los Ten Kate. No obstante, la racanería griega tuvo al final el premio que fueron buscando: un buen resultado para la vuelta en Grecia.
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